Todos lo sabemos y así lo intentamos enseñar a los niños: hay que apreciar lo que uno tiene y agradecerlo. Como siempre los problemas nos vienen con la práctica. Tenemos clara la teoría pero olvidamos la práctica.
En este caso cuando olvidamos la práctica de valorar y agradecer nos quedamos sin una gran herramienta para vivir con tranquilidad. Caeremos víctimas de situaciones como estar descontento con lo que tengo, querer siempre más y no poder degustar bien lo que tengo, ambición y afán insaciable de acumular cosas, y deseos… y cuanto más tenemos, muchas veces, menos felices somos. Hay que parar de desear mientras toda la abundancia de la vida presente se pierde en la inconsciencia, porque de otra manera podemos caer en una sensación de descontento constante. No demos las cosas por hechas, lo único seguro es que un día moriremos, el resto es cambiable.
Si vamos poco a poco, veremos que son de agradecer cosas que se consideran poco glamurosas, pero esenciales para la vida; apreciemos que hoy hemos despertado por la mañana y tenemos un día más para vivir y encontrar tranquilidad; apreciemos que respiramos; que sentimos; que muchos de nosotros podemos ver y saltar, y reír y jugar, y compartir, y ayudar al que lo necesita.
Apreciemos una familia que aunque no es perfecta está allí, y las amistades, y las relaciones que a pesar de ser difíciles nos pueden ayudar a ver tantas cosas, y el no estar en guerra, y una sociedad que aunque tiene muchos problemas, tiene muchas más cosas buenas que malas, y la sonrisa de un desconocido, y el jugar de un niño y su inocencia… Apreciemos todo!!!!! Apreciemos estas cosas que se dan por sentadas y que hacen que para muchos de nosotros sean esenciales. Apreciemos y agradezcamos por respeto a aquellos que no pueden disfrutar de la abundancia de la que nosotros disfrutamos.
Dejemos de quejarnos porque la vida no es perfecta, y démonos cuenta de que en realidad todo lo que hace falta para la felicidad ya es hoy y aquí, y nuestra calidad de vida mejorará mucho.
David Urgeles